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Los vestidos tecnológicos de la gala MET, ¿la decepción de la noche?

Marchesa e IBM vistieron a Karolina Kurkova con un vestido que leía las emociones de Twitter y Zac Posen convirtió a Claire Danes en Cenicienta con un modelo que brillaba en la oscuridad.

vestidos iluminados gala MET 2016
Instagram: @karolinaKurkova/ @zacposen

Karolina Kurkova no se podía ni sentar en el coche. Más bien en el minibús, porque tuvo que llegar al Metropolitan en un vehículo lo suficientemente alto para que su metro ochenta y cinco pudiese ir cómodo y de pie. Su vestido ‘inteligente’ tenía la culpa. Ella fue la encargada de lucir uno de los modelos más esperados y anunciados de la noche: el diseño que debía reflejar la unión de moda y tecnología, un vestido ‘emocional’ e interactivo con flores incrustadas de led que cambiaban de color según el ánimo del patio de Twitter. Sí, sólo había que tuitear y mencionar las redes sociales de una de las modelos más divertidas y espontáneas para que la ‘magia’ surtiese efecto. Por algo estábamos en la gala Manus X Machina, la fiesta que precede a esa exposición anual del Costume Institute del Metropolitan, y que este año ahonda en cómo la costura se está adaptando a esta nueva era informatizada.

Marchesa, la casa que codirigen Georgina Chapman (mujer del temido Harvey Weinsten) y Keren Craig, fue una de las más concienciadas con la temática de este año: la firma se había aliado con IBM Watson (la división de inteligencia artificial del gigante informático) para idear «el vestido que entiende a sus fans». Un diseño no muy cómodo a la vista de las peripecias para transportarlo, pero sí acorde a la fiesta del año. Y para evitarse males mayores ante la legión de trolls, eligieron a una de las supermodelos más queridas y elocuentes del gremio. El objetivo de esta alianza: enseñar cómo la inteligencia artificial de IBM se puede emplear en el diseño creativo. Una unión que quedó reducida a flores brillantes sobre la alfombra roja.

Pero, seamos sinceros, ¿vestido con LED? ¿No llevó eso mismo Katy Perry en la gala de 2010? El avance, según explicó la propia Chapman en este vídeo, es que el vestido de Kurkova era capaz de leer cinco emociones para trasladarlas a los colores cambiantes: alegría, pasión, excitación, coraje y curiosidad. Para conseguirlo, los técnicos de IBM investigaron en la paleta de colores de la firma y ‘alimentaron’ a Watson con centenares de fotografías de su archivo histórico. En teoría, y según los internautas fuesen comentando en la redes el vestido de Kurkova mencionando a la modelo, Watson haría que los leds cambiasen de color a tiempo real basándose en la tipología del comentario.

¿Ayuda ver a vestidos de LEDs brillantes y algo ortodoxos a normalizar la unión de moda y tecnología? No, pero la supuesta espectacularidad en la alfombra roja está servida, pese a que Hussein Chalayan e Iris Van Herpen han avanzado muchísimo más en el diseño tecnológico en las dos últimas décadas y, lamentablemente, se vieron poco en unas escaleras del MET que deberían haber sido más suyas. Su legado en estos lares es bastante más potente que el de Marchesa o Zac Posen, que también se adaptó a la temática con el vestido-Cenicienta iluminado de Claire Danes. Posen, que ya cerró su desfile de primavera con vestidos de LED gracias a su alianza con Google (y con el programa Made with Code) ideó un diseño de fibra óptica y organza que brillaba en la oscuridad y que fue aplaudidísimo por todas las seguidoras de Disney de alma princesista.

Danes sobre la alfombra roja, y a oscuras.
Danes sobre la alfombra roja, y a oscuras.

La demostración de esta especie de poderío informático en la moda llega en un momento en el que los weareables (prendas o gadgets informáticos aplicados a la moda) han tenido más pena que gloria en su comercialización. Las Google glass han sido uno de los mayores fracasos de los últimos años, todas esas pulseras aplicadas al fitness han tenido resultados desiguales (el New York Times recopiló un buen puñado de fracasos aquí) y, mientras hace unos años los gurús decían que en 2018 la gente compraría la friolería de 500 millones de wearables al año, la cifra parece algo aventurada a dos años vista. ¿Nos estamos acercando? Puede, pero también esperábamos más de la alfombra roja tecnológica de este año. Hasta este modelo de Givenchy inspirado en Tron nos hubiese colado perfectamente, y eso que era de 1999.

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