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Gabriella Wilde: «La pasarela me frustró»

Isabella Blow la descubrió como modelo con 14 años, pero ella lo dejó para estudiar Bellas Artes a los 17. Ahora, luce su creatividad en la actuación.

Gabriella Wilde
Andrea Aguilar

Por bella y por aristócrata, la joven actriz británica Gabriella Wilde (Hampshire, 1989) encaja perfectamente con la definición de english rose. Da igual que vaya vestida con vaqueros y botas, y que de su collar –robado a Alan Pownall, el cantante de Pale, quien es su novio y el padre de su hijo– cuelguen una cruz, una moneda y la mitad de un corazón, esta distinguida y dulce rubia de más de un metro setenta derrocha candor. Pasó su adolescencia entre un exclusivo internado en Ascot y las pasarelas y sesiones de fotos a las que acudía en calidad de modelo. Hermanastra de las actrices Olivia Llewellyn e Isabella Calthorpe, el día que decidió dedicarse a la interpretación cambió su sonoro apellido, Anstruther-Gough-Calthorpe, por Wilde. Sus actuaciones en Carrie, junto a Julianne Moore, y en la comedia romántica Más allá del amor (Endless Love), que se estrena el 11 de julio, la han colocado en primer plano.

En su caso, actuar parece cosa de familia.

Dos de mis hermanas son actrices, tienen unos 10 años más que yo, han estado metidas en este mundo mucho más tiempo y nos llevamos muy bien. De hecho, Olivia me ayuda bastante en temas de trabajo, porque preparamos las audiciones juntas. Me ha dado muchos consejos, pero lo más importante que me ha enseñado es cómo gestionar el rechazo y aprender a seguir adelante, porque, obviamente, hay mucho de eso en esta profesión.

¿Cómo eligió su nombre artístico?

En el momento en que empecé a actuar decidí cambiarme el nombre, pero no se me ocurría nada. Mirando una estantería en el despacho de mi agente di con la clave: vi un libro de Oscar Wilde. Siempre me gustaron sus obras, La importancia de llamarse Ernesto fue la primera que leí y me divirtió mucho.

¿Cómo fue la transición de modelo a actriz?

No empecé a trabajar como intérprete gracias a mi profesión de modelo: fui maniquí hasta los 17 años, paré y me mudé a Londres para estudiar Bellas Artes. En la pasarela me frustraba porque echaba de menos poder usar mi creatividad. Un día me llamaron para hacer una audición para una película, fui allí por curiosidad y algo hizo clic. Para mí, actuar es otra manera de observar a la gente y crear algo. Mi trabajo como modelo ya había terminado.

Había empezado muy joven en la moda.

Cuando tenía 14 años conocí a Isabella Blow a través de una amiga de mi madre y quiso hacerme unas fotos. Blow fue mi mentora, era alguien increíble, definitivamente única.

¿Terminó cansada del mundo de la moda?

Fue algo raro, tenía dos vidas. Era una niña de 14 años que iba al colegio, pero los fines de semana viajaba a París para hacer una sesión de fotos. No entendía muy bien todo lo que aquello significaba. Al principio era divertido, pero cuando empezó a ir en serio dejé de disfrutarlo, echaba de menos estar con mis amigos. No me divertía trabajar en el ambiente que rodea al mundo de la moda, por eso decidí dejarlo.

¿Fue una buena preparación para actuar?

No lo creo, me enseñó a sentirme cómoda delante de una cámara. Si estudias Arte Dramático en Inglaterra te preparan, sobre todo, para interpretar teatro, y cuando te encuentras con una cámara puedes sentirte incómodo. Siendo maniquí aprendes a ser muy consciente de ti misma, de tu cuerpo y de lo que haces, pero para mí la interpretación es en gran medida lo contrario: tienes que olvidarte de todo eso.

Dos de sus películas, Carrie y Más allá del amor, han sido dirigidas por mujeres. ¿Cree que eso le ha aportado algo distinto?

Es un proceso muy interesante porque, como actriz, tener la posibilidad de hablar con una directora sobre el personaje que interpretas te permite entender las cosas de una forma especial, te metes en el papel de otra manera, especialmente si ellas también lo han creado.

¿Qué títulos están en su lista de comedias románticas favoritas?

He visto Sabrina hace poco, La princesa prometida es un clásico de mi infancia y también me gusta mucho French Kiss.

Vive en Londres, ¿qué es lo que más le gusta de la ciudad?

Me encanta estar cerca de mis amigos y de mi familia y que sea un lugar tan ecléctico, en el que puedes encontrar de todo. Prefiero las ciudades que son realmente ciudades, por eso considero que Los Ángeles es un lugar extraño, parece más bien un suburbio. Me gusta caminar, encontrarme de pronto con cosas, explorar. En Londres voy a una cena y la mayor parte de las veces soy la única actriz, pero en Los Ángeles todo el mundo trabaja en el cine. Vivo en Notting Hill y me gusta estar por allí y en Portobello. También suelo ir a Dalston, en el este, para escuchar música en directo. Esos son los planes que suelo hacer cuando salgo por la noche.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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