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Dree Hemingway, la pequeña de la dinastía es una musa generacional

Dree ha conseguido que, en cinco años de carrera, fotógrafos, marcas de moda y directores de cine la confirmen como una nueva musa generacional.

Dree Heminguay
Toni Torrecillas y Francesca Rinciari (Realización)

Curva la columna, salta entre las ruedas de camión que hay en la nave industrial donde estamos realizando esta sesión, mantiene el equilibrio sobre las tuberías… Ella marca el ritmo. Y, mientras, en el bolsillo trasero de su pitillo, donde lleva escondido el móvil, suena una lista de reproducción que ha preparado para este día: Lana del Rey, Yeah Yeah Yeahs y The Vaccines, grupo con el que protagonizó el vídeo I Always Knew del disco Come of Age. Canta y prueba piruetas según la melodía. Un paso de hip hop o una sobria postura de danza clásica. Se nota que, antes de empezar a trabajar como modelo y actriz, Dree Hemingway (Idaho, 1987) estudió danza durante 15 años. «Estuve en el Ballet de Nueva York y en el de Washington, dirigido por Suzanne Farrell [en 2005 fue nombrada por el Kennedy Center como una de las bailarinas más influyentes del siglo XX]. Pero una mañana desperté y me di cuenta de que quería hacer más cosas. Es una profesión muy dura, a la que dedicas 24 horas, y yo sentía que podía aportar algo más», dice Hemingway.

Top y minifalda, ambos de Liu Jo; pendientes de Eddie Borgo, brazalete de Swarovski y botas de Aquazzura por Olivia Palermo.

Sergi Pons

Así ha ocurrido. Comenzó haciendo pequeñas apariciones en el cine con títulos como Entre la verdad y la mentira (John Bradshaw, 2006) o My Suicide (David Lee Miller, 2008) junto a su madre, Mariel Hemingway –recordada por su trabajo en la película Manhattan (Woody Allen, 1979)–, con quien guarda un asombroso parecido. Debutó sobre la pasarela con la colección otoño-invierno 2009/2010 de Riccardo Tisci para Givenchy. Pero desfilar es algo que prefiere evitar. «Lo odio. Soy muy mala. Veo al resto de chicas tan guapas y con ese talento para que la ropa luzca en movimiento… Y entonces salgo yo, más bajita que el resto y con cara de enfado y estreñimiento». Pero ha sido una faceta inevitable en su carrera. Tras una temporada en París, «agotada y con ganas de tumbarme de cualquier manera en un avión rumbo a Nueva York, vi que estaba sentada cerca de Anna Wintour. En ese momento me dije: será cuestión de comportarse como una señorita. Ella me había visto trabajar y, desde entonces, se convirtió en un gran apoyo en mi carrera», explica con una amplia sonrisa.

Seguimos con la sesión. En cada disparo nos regala una clase de baile, una versión contemporánea de modelos bailarinas de los 70 como Pat Cleveland. «Ellas tenían muchísima personalidad en todo lo que hacían. Pero mi icono es mi tía Margaux Hemingway». Un mito de la moda que se suicidó el 1 de julio de 1996, un día antes del aniversario del suicidio de Ernest Hemingway, Nobel de Literatura y bisabuelo de Dree, a quien la joven no conoció. «Guardo muchísimas de las revistas de ella, algunas de sus fotos y sus jeans. Fue una supermodelo en el sentido amplio de la palabra [la primera en conseguir un contrato de un millón de dólares por una campaña para un perfume, Babe de Fabergé]. Y si tengo que definir lo que simboliza para mí la moda, es ella. Así me educaron y he crecido rodeada de sus preciosas imágenes», explica con ternura. Una declaración que sorprende, ya que por norma elude hablar de su familia.

Vestido de Liu Jo y botas de Gianvito Rossi.

Sergi Pons

Un icono diferente. Desde su primer paso ante los focos se convirtió en un nombre imprescindible para firmas y fotógrafos. Inez Van Lamsweerde y Vinoodh Matadin trabajaron con ella en las campañas de otoño-invierno 2009/2010 de Gucci y Ferré, en las de primavera-verano 2010 de Gaultier y Ferré o en la de primavera-verano 2014 de Agnona, la línea femenina de Zegna dirigida por Stefano Pilati. «Cuando entras en su estudio te impresiona la cantidad de gente que mueven. Y tienen una energía tan especial… Te hacen sentir como una estrella del rock». En 2011, fue Terry Richardson quien la retrató junto a Justin Bieber para la primera fragancia del cantante. «Yo era una vieja a su lado», dice entre risas. Ella tenía 25 años y él 17. «Creí que iba a recibir amenazas de sus fans por Twitter. Pero no. Todo el mundo fue muy respetuoso. Justin me pareció un niño muy dulce y me dio mucha pena ver que alguien tan joven no es libre».

La última de los Hemingway lo tenía todo. Podía haber sido una it girl consagrada en exclusiva a las alfombras rojas, pero escogió otro camino. «Yo quiero trabajar, no tener una agenda en la que solo aparezcan eventos. Mi meta es hacer cine y protagonizar campañas con las que inspirar a la gente. Encarnar a mujeres que no tienen nada que ver conmigo», explica. «No tengo relación con la fama. Crecí en Idaho con mi madre, alejada de este mundo. La gente se merece tener un poco de intimidad, una vida privada. No me creo mejor que nadie por ser famosa. Me levanto por la mañana y no soy actriz ni modelo. En mí está la misma chica de siempre».

Top de Oysho, camisa de Alexandre Vauthier, pantalón y botines, todo de Liu Jo; y pulseras de Uno de 50.

Sergi Pons

Esa sencillez también se refleja en su forma de vestir, estilo que ella siente que ha heredado de su tía, y que define como «un poco masculino». Esta imagen la ha convertido en un icono desenfadado. «Uso ropa de hombre porque es elegante y práctica, además de sexy. Llevar una camisa masculina con unos jeans es algo infalible», comenta. «Un ejemplo son las prendas de Thom Browne, de quien me interesa más el trabajo para caballero que el destinado al público femenino, o los vaqueros de Liu Jo».

Dree visitó Madrid para inaugurar la nueva tienda de esta casa italiana. Su frescura la ha convertido en musa de marcas como Sandro, que la invitó a crear una colección cápsula para el verano de 2012. «Ahora estoy preparando una pequeña línea para Cole Haan. Me gusta el diseño, pero no me veo capaz de preparar una colección cada seis meses. Prefiero la libertad de hacer colaboraciones puntuales».

Mientras, sigue el consejo maestro de Bruce Weber, la persona que más ha marcado su trayectoria y la primera que insistió en que se convirtiera en actriz. «Es una especie de guía para mí. Cuando comienzas esta carrera, te pones una meta. La mía era hacer un editorial de moda para Vogue USA con él. Y realizamos varios. Objetivo cumplido», dice mostrando el gesto de la victoria. «Recuerdo nuestra primera sesión, en la que hacía de aviadora. Comencé a jugar y él insistía en que era buena interpretando. Desde entonces, cada vez que trabajamos juntos escucho todos y cada uno de sus consejos».

Body lencero de Intimissimi, vaquero de Liu Jo y botines de Louis Vuitton.

Sergi Pons

Protagonista dentro y fuera del plató. Así llegó su primer papel principal en el cine, Starlet (Sean Baker, 2012), que obtuvo buena crítica. Y pronto se estrenarán en España dos de sus pruebas de fuego: el drama amoroso Listen Up Philip, con Jason Schwartzman y Elisabeth Moss, y la comedia While We’re Young, con Naomi Watts, Ben Stiller y Amanda Seyfried. «Cuando empiezas a grabar con grandes intérpretes no puedes dejar de sentirte intimidada», confiesa. «Pero siempre he seguido un consejo de mi madre: “Para que la gente esté contenta contigo y el trabajo salga bien, debes ser amable y profesional con todo el mundo. Si no lo eres, te despedirán, y lo harán con razón”». Del rodaje de estos últimos títulos guarda un especial recuerdo de Jason Schwartzman. «Es la antiestrella. Aprendes muchísimo de él, no solo como actor. Sabe cómo ayudar al resto del equipo: técnicos, maquilladores, catering…».

Pero su vena de top siempre está ahí. En la última semana de la moda de Nueva York quiso formar parte de la función de teatro dirigida por Spike Jonze para presentar la colección 100% Lost Cotton de Opening Ceremony, que se presentó en el Metropolitan Opera House y en la que compartió escenario junto a Elle Fanning y Catherine Keener.

Sabe que a otras modelos las han tachado de intrusas al intentar dar el salto al cine y que, si triunfan, suelen renegar del pasado. «Tal vez para algunas haya sido desagradable. Ser una cara bonita no es suficiente», dice seria. «Cuando ruedo, soy actriz. Cuando bailo, soy metódica. Y como modelo, me entrego. ¿Por qué voy a dejar una profesión que me permite viajar y trabajar con fotógrafos increíbles? Ésta es mi vida, una prueba continua. Y me gusta que sea así».

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