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Alicia Giménez Bartlett: «La mantilla sobre el escote tiene algo de blasfemo; me encanta»

Fan rendida del estilo clásico de Katharine Hepburn, no es amiga de tacones de aguja, pero sí de bufandas. «Tienen un enorme componente práctico», asegura.

Alicia Giménez Bartlett

Aunque su último éxito viene de la mano del Premio Nadal, que ganó el año pasado con Donde nadie te encuentre, Alicia Giménez Bartlett es la gran dama de la novela negra española. Todos los aficionados al género conocen a la protagonista de sus novelas de misterio, la detective Petra Delicado; una investigadora que solo tiene una cosa en común con los policías de los filmes de los años 40: su inseparable gabardina.

¿Cómo es el trench de Petra Delicado?

Ancho, de color pardo, anudado a la cintura. Es lo único que tiene Petra de los detectives clásicos: esa prenda que siempre lleva, y que le queda grande.

¿Qué se pone usted para escribir? Suelo ponerme ropa vieja y estirada: unos vaqueros, un jersey de lana…

Y, ¿recuerda cómo escogió la ropa que llevaba cuando le dieron el Premio Nadal?

Claro. Había estado en China unos meses antes, y allí había comprado una chaqueta increíble, de seda roja. Era a la vez estridente y sobria. Pensé que nunca la usaría. Pero aquella noche me la puse con unos pantalones negros tipo bombacho.

¿Qué es lo que le sienta mejor?

Las gafas de sol me hacen sentir muy favorecida. Quizá sea porque me tapan la cara.

¿Tiene una prenda favorita?

Los vaqueros. Son un símbolo de mi generación, de los que tenemos ahora 60 años y de lo que significaron cuando empezaban a llevarse.

¿Y algo que deteste?

El pareo. Es espantoso. Yo, en la playa, estoy en bañador, y para ir al chiringuito me pongo una camiseta. No entiendo eso de intentar ser sofisticada fuera de lugar.

¿Y qué elige cuando quiere resultar sofisticada?

Un pantalón negro y una buena camisa blanca con las solapas subidas, poco maquillaje y mucha personalidad.

Está usted retratando a Katharine Hepburn…

¡Me encanta Katharine Hepburn!

Entonces, de tacón de aguja nada de nada…

No me gustan. Me parece que dan a las mujeres una forma de andar muy poco natural. La forma de transmitir seguridad es pisando fuerte, y caminar con un tacón ancho también puede resultar muy femenino.

La veo muy práctica. Por favor, dígame que ha hecho alguna vez una compra absurda.

Claro. Todavía recuerdo un mono de lana que se abrochaba por detrás y que me hacía sentir como un buzo. Me lo puse solamente un par de veces y lo jubilé, como todo aquelllo que hace que me sienta incómoda.

¿Y cómo se siente cómoda?

Con un pantalón liso y una americana de cuadros o de espiguilla. Y, quizá, para romper un poco, una blusa cursi o un bolso pasado de rosca. ¡Que soy formal, pero no tanto!

¿Guarda en su armario algo heredado?

Un mantón de Manila de mi madre y una mantilla de mi primera suegra.

Supongo que no ha usado nunca ninguna de las dos.

Pues la mantilla me la he puesto varias veces como chal. Una vez, en Alemania, la usé encima de una blusa muy escotada y di el golpe. Es que la mantilla, sobre el escote, tiene algo de blasfemo que me encanta.

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