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A Pilar le sienta bien el blanco

Mientras espera que su nombre se diga bien alto en los Goya.

Pilar López de Ayala

"Cinemagraph" de la sesión.

Foto: Héctor Prieto

A Pilar López de Ayala hay que entrarle de frente, sin recovecos en los que ella pueda esconderse y con frases ausentes de vértices. Ha cultivado el don de pasar desapercibida hasta que una cámara dirige su objetivo hacia ella. Entonces, sale la disciplinada actriz que lleva dentro y se entrega. Es candidata al Goya, como mejor actriz de reparto por Intruders –los premios, que patrocinará L’Oréal Professionnel, se entregarán el próximo día 19 de febrero–, aunque los galardones no parecen ser su prioridad. «A los que realmente les interesan las nominaciones y los premios es a quienes están detrás de este negocio, porque ayudan a que la película se venda mejor», cuenta.

Es amante de los personajes complejos «a los que todo les sale bien son muy aburridos». Y puestos a elegir, le interesa «que tengan una entidad y un conflicto». Confiesa que son las historias la que hacen que se comprometa. «He participado en películas que me parecía que debían contarse». Empezó haciendo teatro de niña, «en un largo verano, representando una obra escrita por un grupo de amigos para los vecinos». Detrás de esa vinieron más, una serie de televisión de culto para toda una generación, Al salir de clase, y filmes como Juana la Loca, por el que recibió la Concha de Plata como mejor actriz… y también el Goya.

Nos ha encantado ver cómo asistía a ciertos desfiles de la alta costura de París, ¿qué relación tiene con la moda? Me han invitado a un par de desfiles de Karl Lagerfeld y Armani y es un espectáculo que me fascina. Aunque no tengo una relación estrecha con la moda como ocurre de forma natural en Francia, por ejemplo, o en Nueva York, donde se aprecia a simple vista en el metro. Soy bastante perezosa para arreglarme en el día a día. Si estoy cómoda puedo llevar algo puesto varios días seguidos; pero si tengo algún evento, me gusta ir arreglada y para eso me ayuda un estilista.

¿Cuántas veces se cambia antes de salir de casa?

Soy bastante perezosa, así que me pongo lo primero que pillo, lo de ayer. Me considero una persona de gustos sencillos, incluso puedo llegar a comprarme dos prendas iguales.

¿Tiene alguna que atesore con cariño?

Antes de irme a Nueva York a rodar la última película en la que participo, Spaz, mi madre me regaló un jersey que había tejido cuando tenía 30 años. Lo metí en mi maleta y a la diseñadora de vestuario le pareció buena idea que saliera en el filme. Al regresar, mi madre me dijo: «Si me llegan a decir cuando lo estaba tejiendo que te lo ibas a poner tú ahora, ¡no me lo creo!».

Cuénteme un capricho que se haya dado.

Me compré unas botas que cada vez que las saco pienso que me las pongo muy poco para lo caras que me costaron (ríe). No soy una persona consumista, no me gustan los objetos. Lo que sí conservo en casa y soy incapaz de desprenderme de ellos, porque tienen un valor sentimental, son regalos que me han hecho.

¿Cuál es la joya más valiosa que tiene?

Sin duda alguna, compartir tiempo con gente que me quiere y que sabe que puede contar conmigo. Pero eso no es una joya, es un tesoro.


 

La película por la que está nominada a los Goya, Intruders, habla del miedo. ¿Hay algún miedo que le acompañe?

El miedo es algo muy humano, y en esta película se indaga en sus orígenes, en los temores que heredamos. Para mí sus pilares fundamentales son la soledad y no sentirse querido. Lo demás son reflejos de estos sentimientos. Pero mientras sigamos vivos vamos a sentir miedo.

¿Y ha superado alguno gracias a este filme?

Todas las películas para mí tienen algo terapéutico, a veces me sirven para exteriorizar un sentimiento o para cerrar una etapa, como ha pasado con Intruders. Aunque Fernando Fernán Gómez decía que uno, en el cine, interpreta a los personajes que no hace en su vida… Es un poco misterioso lo que te lleva a elegir un proyecto, pero en el recorrido siempre hay un aprendizaje. Por ejemplo, desde que he participado en la película Spaz, en la que soy madre de dos hijos en plena adolescencia salvaje, tengo la sensación de que entiendo mucho mejor a mi madre (ríe). No me ha hecho falta tener hijos, ¡solamente he hecho una película!

¿Por qué tanto recelo con su intimidad?

Lo que sucede es que soy introvertida, así que no sé si es tanto el querer preservar mi intimidad como el resultado de ser así. Me cuesta hablar de mí, por eso seguramente actuar me resulta terapéutico. Es mi manera de expresarme.

Entonces, ¿interpreta también a un personaje cuando la entrevistan?

Bueno, todos lo hacemos, siempre hay algo que forma parte de un personaje y que nos ayuda a relacionarnos en nuestro trabajo. Y con la prensa concretamente lo que pasa es que algunos periodistas se hacen una idea de cómo soy que casi nunca se corresponde con la realidad.

Aparte de interpretar, ¿qué otras cosas le apasionan?

Pasar tiempo en mi casa, visitar exposiciones de arte o leer.

¿Y no le ha picado el gusanillo de volver al teatro alguna vez?

Tuve una etapa en la que me lo planteé seriamente, pero ahora voy encontrando mi lugar en el cine, que es un medio que me apasiona. De todos modos, no cierro ninguna puerta. ¡Quién sabe si algún día!

¿Vuelve a ver sus películas, una y otra vez, para hacerse autocrítica?

Ahora ya no. No me interesa la crítica. Ya no es tan importante que diga una frase mejor o peor. Al principio sí que te ves, y cuesta verse, pero es un proceso y en él una va conociéndose y aceptándose.

¿Hay algo que le indigne?

Que la política se meta en cultura. La cultura debería ser de todos y para todos. Un ejemplo es lo que ha sucedido con la destitución del director del Festival Internacional de Cine de Gijón. Han sido muchos años de compromiso con un cine comprometido y de vanguardia para que venga alguien y lo quite de en medio. Seguro que tienen intención de hacerlo mejor pero deberían informarse primero antes de tomar decisiones.

Pilar López de Ayala con camisa de Givenchy.

Álvaro Beamud Cortés

Falda y camisa, todo de Céline; gafas de Ray-Ban, collar triangular de Viveka Sergstöm, anillos de Cristina Zazo.

Álvaro Beamud Cortés

Chaqueta asimétrica de Thierry Mugler, pantalón de Balmain.

Álvaro Beamud Cortés

Vestido de Alaïa, pendientes de Viveka Sergstöm.

Álvaro Beamud Cortés

Abrigo cubierto de flores de Moncler Gamme Rouge, cinturón de Blugirl.

Álvaro Beamud Cortés

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