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Los perfumes florales, los preferidos de las españolas

La venta de perfumes de lujo se afianza: el año pasado creció un 6,5% en España, según datos de NPD. Los más vendidos, los florales.

OBRAS DE ARTE
Exclusividad, compromiso y calidad justifican el precio

En España nos perfumamos mucho: al año gastamos 1.200 millones de euros en el sector; el 62% se concentra en los femeninos, según datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética. Los que más suben (un 6,5%, según la consultora NPD), los de lujo, cuya popularidad no deja de crecer, a pesar de que cuestan un 300% más. Como sucede con la moda, la alta perfumería se rige por la calidad, la exclusividad, la artesanía y unos valores de marca heredados. Abundan las casas familiares. «La mayoría de los proveedores pone sus activos naturales al alcance de unos pocos. Se trata de producciones limitadas: las plantas son escasas y los métodos de extracción, complejos. El lujo las trabaja con programas de desarrollo sostenible y de comercio justo», explica Jordi Armengol, nariz y experto en perfumería.

Esa filosofía es la que practica Sisley. «Nuestras fragancias no responden a los gustos del mercado, sino a los personales; fabricamos obras de arte. El proceso es largo, no nos importa no lanzar una novedad anual como hace la mayoría. Tampoco nos preocupa que tengamos que usar toneladas de materia. Importa el resultado», confiesa Isabelle d’Ornano, fundadora de Sisley y autora de Izia (80 €; 100 ml), su última fragancia. Para su elaboración, se han invertido cinco años. El punto de partida: las peculiares rosas del jardín de D’Ornano. Florecen dos veces al año y son trepadoras, por lo que son muy difíciles de recolectar. «Buscaba un acorde único, así que corté tres ramos y se los llevé a la nariz. El reto: el aroma de la flor cortada dura una semana, la perfumista debía cristalizarlo en una nota en ese lapso», añade. Para redondear, al cóctel se añadieron plantas medicinales del huerto de D’Ornano, bergamota, flor angélica (en la imagen) y pimienta rosa.

NUEVAS MUSAS
Rostros famosos para captar a las generaciones jóvenes

Maridar pasado y futuro, seducir al milénico y mantener al incondicional, es la hazaña a la que se enfrenta Guerlain, nacida en 1828. «El fin es posicionarse entre las diez más vendidas», anuncia Margerie Barbès-Petit, directora internacional de Marketing. La pirueta coincide con el lanzamiento de Mon Guerlain (89 €; 50 ml) que quiere pasar a la historia con honores como ocurrió con Jicky (1889), considerada la primera fragancia moderna al incluir moléculas sintéticas y ser unisex. Ambas comparten atributos como el frasco cuadrifolio. «Se debe a la forma en la que se trabaja, en bloque para sacar cuatro lóbulos que simulan un trébol de cuatro hojas», asegura Barbès-Petit. La marca festeja su 190 aniversario en 2018. «Era vital celebrarlo con un rostro que representara a la mujer luchadora y comprometida», afirma Thierry Wasser, nariz de la firma. El golpe de efecto: Angelina Jolie. «Con ella se identifican veinteañeras y señoras de 80 años», insiste Barbès-Petit. Una imagen actual, en pleno discurso sobre el empoderamiento de la mujer. Un informe de tendencias de Givaudan, el gran fabricante de acordes, les da la razón: existe un cambio hacia una visión más feminizada del mundo que el sector materializa en fragancias. «Un aroma es un arma cultural que puede cambiar mentalidades gracias al marketing. Mon Guerlain comunica fuerza e independencia», concluye Barbès-Petit. «El escritor usa palabras; yo, acordes. La lavanda (en la imagen), 100% orgánica que crece a 1.300 metros de altitud, expresa honestidad. La vainilla, calidez. El jazmín de la India (en la foto), luminosidad, y el sándalo es resistente como la mujer», afirma Wasser.

Mirta Rojo
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UN RITUAL MÍSTICO
La tendencia: mezclar fragancias con aceites

Recuperar gestos e incorporarlos a nuestra rutina es la propuesta de Carolina Herrera. «En Europa hemos relegado el aceite al baño, pero en Oriente Medio, este líquido es protagonista: se mezcla con fragancias, lo que permite personalizar y vestirse con un aroma. Es un acto social, cultural, casi religioso», cuenta Carolina Herrera de Báez, directora creativa. La firma introdujo en España ese concepto el año pasado a través de Confidential, una línea de seis fragancias que se pueden combinar con cuatro aceites esenciales puros (rosa, sándalo, almizcle y oud) en un juego de capas que funciona como muñecas rusas. Este éxito –que, en un principio, estaba pensado para Oriente Medio, ha superado las expectativas, y doblado las ventas– ya tiene segunda parte. «El pilar de la nueva fragancia (Gold Incense; 89 €; 50 ml) es el incienso, una de las materias más caras. Procede del sur de Omán, de Salalah, donde se recoge a mano del árbol boswellia sacra, una especie venerada desde hace siglos. Se recolecta en forma de resina y parece oro», explica el nariz Pierre- Constantin Guéros, quien conoce perfectamente la zona al haber viajado por todo el Golfo y vivido en Dubái.

Este acorde funciona como un eco. «Tiene muchos matices: es dulce, afrutado y amaderado. Unas facetas que hemos cristalizado en el jugo gracias a la caléndula y la vainilla (ambas en la imagen) que amplifican su intensidad», describe Constantin. «Para no romper la cadena olfativa de la flor de la caléndula, se destila al vapor, un proceso muy costoso que permite que el resultado tenga mucha permanencia sobre la dermis». La concentración de los aceites con los que se combina esta fragancia también es clave para que se fije en la piel: «Rondan entre el 60% y el 70% cuando suelen estar en torno
al 12%. Además, no incluyen alcohol», cuenta Herrera de Báez.

Mirta Rojo
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RELEVO CREATIVO
Las perfumistas reclaman protagonismo

En perfumería no solo hay frascos de cristal, también un techo. «Cada vez somos más mujeres, pero los hombres siguen siendo mayoría. Cuando yo empecé, ser perfumista y chica era incompatible, afortunadamente los tiempos están cambiando. Sin embargo, hasta el idioma pone trabas. En mi carta de visita pone parfumeur no parfumeuse, porque el femenino de nariz en francés no existe», lamenta Christine Nagel, creadora de fragancias de Hermès, una de las casas con más solera. Esta italo-suiza sustituyó a Jean-Claude Ellena, un referente en el sector, hace más de un año. «Los obstáculos para llegar hasta aquí han sido muchos: no provengo de Grasse, la cuna del oficio; ni de una familia de perfumistas y soy mujer; este último, el más insalvable…». Como su predecesor, sienta cátedra y remueve cimientos.

¿Qué opina sobre la invasión de jugos golosos? «Acaban con la diversidad creativa. El mastige –productos de lujo con vocación de alcanzar a las masas– se ha estandarizado y en ese segmento –el más importante en cifras– no surgen acordes ni aromas de autor. Lo nicho y las antiguas casas tal vez nos salven, porque solo ellos ofrecen libertad al nariz para romper esquemas y hacer evolucionar este arte», plantea. Los entendidos entroncan el suyo con la poesía minimalista. Donde otros emplean 500 moléculas para una nota, Nagel usa dos. «Me gusta la escritura sobria». Para su última creación, l’Eau des Merveilles Bleue (129 €; 100 ml), se ha zambullido en los orígenes del jugo (Eau des Merveilles) lanzado en 2004. «He explicado otra faceta relacionada con la infancia y los guijarros mojados por el mar». La composición amaderada y mineral se torna cálida gracias al pachulí (en la imagen), una de las pocas notas que Nagel nos revela. «Todos tenemos secretos, ¿verdad? Solo le daré uno más: el enebro. Con esos elementos naturales y de síntesis hemos creado un perfume mineral, floral y salado».

Mirta Rojo
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SIN MIEDO A LO CLÁSICO
Los aromas florales se reinventan con cítricos

«Es más difícil elaborar una fragancia basada en una ya existente que crear una desde cero», compara Olivier Polge, perfumista de Chanel. Polge se confiesa «rodeado» de 20 hectáreas de campos de rosas, en Pégomas, una localidad cercana a Grasse. En sus manos, un frasco de L’Eau (202 €; 200 ml), una de sus últimas creaciones y la versión más fresca y desenfadada del clásico Nº5. El jugo personifica los vaivenes de la industria: un floral modernizado con frutas cítricas; con raíces casi centenarias (Nº5 nació en 1921), pero con una nueva imagen muy milénica (Lily Rose, la hija de Johnny Depp). En este ejercicio olfativo, el nariz ha deconstruido el superventas y lo ha coloreado con bergamota, naranja, neroli y mandarina. La misión: entregárselo a los jóvenes.

«Su protagonista es la rosa de mayo (en la foto), cuya nota es más intensa y equilibrada que la de otras variedades. Aquí la recolectamos a mano una vez al año. Ese mes se trabajan los siete días de la semana; cada jornada se recogen unas 6 hectáreas; en toda la temporada, entre 35 y 40 toneladas», nos explica Fabrice Bianchi, responsable de la explotación. No todo es bio, pero casi. «Priorizamos lo verde si funciona. Con las rosas y el jazmín (en la foto), dejamos que las mariquitas se coman las larvas. Pero no somos dogmáticos: lo eco está todavía en pañales, a veces apostamos por lo químico», afirma Bianchi. En esta zona de contrastes, con colinas que protegen las flores de los vientos, se extrae un concentrado de gran calidad. La excelencia no solo se mide en cifras –para un litro de aceite esencial, se emplean entre 3.000 y 5.000 kilos de rosas–, también en años. «La colaboración con Chanel arranca en 1987, pero nuestra historia se remonta a 1947, se trata de un negocio familiar donde todo se cuida al detalle».

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