_
_
_
_
_

¿Está justificada la guerra contra los deberes?

Algunos padres se han organizado para protestar por el exceso de tareas que los niños deben realizar en casa. ¿Tiene sentido está revuelta?

cover
Getty

Los padres se han puesto en huelga contra los deberes, ya habían existido otras iniciativas al respecto, pero es la primera vez que se realiza una huelga propiamente dicha, que pretende extenderse durante todos los fines de semana del mes de noviembre, pese a no saber cuál va a ser el seguimiento de la misma.

No hace falta conocer toda la argumentación, todos sabemos que uno de los principales problemas es el tiempo que toma hacer los mismos, que en España, según datos de OCDE es bastante superior a la media europea.

Algo así como si después de haber cumplido con nuestro horario en la oficina, nuestro jefe nos mandase obligaciones extra para seguir en casa y de paso, también, los fines de semana (momento especialmente reivindicado por los padres de los alumnos). Por lógica, el cansancio acumulado y la falta de desconexión nos harían rendir menos en nuestro puesto de trabajo y bajar nuestros niveles de productividad en el largo plazo. A los niños les pasa lo mismo.

¿Hacen falta los deberes?

Ante esta disyuntiva, la primera pregunta a plantearse es sí los deberes son realmente necesarios, puesto que si bien se entiende que los niños necesitan reforzar lo aprendido en clase, no todos los maestros están de acuerdo en que los deberes sean la forma más correcta de hacerlo. Es el caso del maestro César Bona, que se volvió mediático con la publicación de su libro La nueva educación, y que ahora estrena nueva publicación. El experto explica que la existencia de los deberes se justifica en que “hay que repasar lo que se ha hecho en ese día”, sin embargo “el problema es que muchas veces lo que no se tiene es un hábito de estudio”. De esta forma el maestro apuesta por un cambio en la dinámica extraescolar en la que “los niños conforme crezcan se vayan haciendo autónomos y responsabilizándose de lo que tienen que estudiar. Se sigue buscando solo la respuesta de los niños, pero no del proceso, cuando es importante que los alumnos tengan tiempo de reflexionar y de ver cómo se hacen las cosas”. Y es que, como recuerda el experto, si los niños tienen muchos deberes, lo que tampoco tienen es tiempo para estudiar y repasar la lección propiamente dicha.

El también maestro y bloguero Manuel Velasco está de acuerdo en que los deberes “no son la forma adecuada para que los alumnos adquieran una rutina de estudio”, entendiendo que estos deberían ser “algo que puede complementar el trabajo del aula de forma puntual y bien guiada. No se trata de mandar por mandar o de crear un hábito”.

Si bien parece que hay acuerdo en que hay otras formas de motivar el aprendizaje fuera del aula, Leticia Fernández, maestra especialista en Pedagogía Terapéutica en Avanza con PIMILE recuerda que “aunque en nuestro gabinete defendemos que haya otro tipo de deberes diferentes a los actuales, también hay ciertos beneficios”. Así, hay que tener en cuenta que los deberes “ayudan a motivar la investigación y consulta al realizar las actividades; contribuyen a capacitar para la planificación y la organización del trabajo, ya sea individual o en equipo; además de que ayudan y favorecen la adquisición de auto instrucciones”.

Un mejor reparto del tiempo

Parece que el ideal pasa porque haya menos deberes o que estos fueran de otro tipo. Si bien un cambio en la metodología es más difícil a plantear en el corto plazo, lo que sí parece más lógico es racionalizar la cantidad y el tiempo que se invierte en las tareas extraescolares, como se han planteado ya algunas Comunidades Autónomas. Todo ello para distribuir mejor el tiempo que ocupan los deberes en el día a día de los niños, para que al menos no sigan haciendo tareas hasta la hora de acostarse.

Desde PIMILE, aclaran que “los tiempos de deberes y estudio dependen de la edad de los niños”. Centrándonos en Educación Primaria, en líneas generales, cabría hablar de “unos 45 minutos para el primer ciclo, para escribir con buena letra, presentar limpios los deberes, leer con calma, etc.”; entre una hora y hora media en el segundo ciclo, donde tienen un hábito de estudio más o menos de base y empiezan a tener contenidos más densos en las materias educativas; y cerca de las dos horas en el último ciclo de primaria, para repasar contenidos y llevar al día cuadernos y trabajos”. Todo ello, según la experta, “teniendo en cuenta que cada niño es un mundo y lleva un ritmo”, de forma que se trata de unas líneas generales para entender que dedicar toda la tarde a hacer deberes resulta contraproducente, “que solo consigue alumnos desmotivados cada vez más jóvenes”.

El problema está en que la cantidad de deberes que se manda para casa, no coincide por norma general con estos tiempos. Uno de los motivos, según César Bona, es que “cada niño puede tener 5 o 6 maestros y si cada uno manda sus deberes, aunque cada uno mande poco, se acumulan, por eso es tan importante la comunicación entre los profesores”. Igualmente, el tiempo también depende de cada una de las materias, aunque según Manuel Velasco “la diferencia radica más en cada persona, no en las materias en sí. Cada uno tenemos algo en lo que destacamos y algo que se nos da peor, por ello no podemos dedicarle el mismo tiempo a dos materias totalmente diferentes que suscitan en nuestro interior emociones opuestas”, o dedicar el mismo tiempo a repasar algo en lo que tenemos una dificultad, que el que dedicamos a algo que ya dominamos.

¿Y las clases extraescolares?

Según el informe Creciendo en desigualdad: diferencias socioeconómicas y de género en la salud y el bienestar de los jóvenes de la Organización Mundial de la Salud los niños españoles son de los que más sobrecarga de trabajo extraescolar tienen, en líneas generales.

Porque quizás el problema de la sobrecarga de trabajo y estrés en los niños, no provenga únicamente del exceso de deberes, también del aumento de actividades extraescolares. Algo que responde, como es lógico, a los complicados horarios de los padres y a las dificultades de conciliación familiar, pero que se traducen en una nueva disminución del tiempo de ocio de los niños. Y es que muchas veces la hora de llegar a casa y empezar a hacer los deberes, es ya casi la hora de la cena.

Como explicita César Bona “demasiadas extraescolares y demasiados deberes hacen que los niños pierdan la infancia. Al igual que es importante la comunicación entre maestros, el diálogo entre maestros y familias es fundamental para todo, no solo para los deberes. Pero muchas veces se echan piedras desde ambos lados y no se ponen de acuerdo, cuando ambos quieren lo mejor para los niños.”. Por eso es importante tener en cuenta el tiempo que ocupamos en la agenda de los niños, tanto desde la escuela, como desde casa.

En este sentido, Manuel Velasco apuesta por aprovechar el tiempo de padres e hijos para seguir educando, pero de otra manera. “Los deberes pueden ser interactivos y utilizar formatos digitales, pero también pueden ser analógicos y hacer una ruta por el monte para distinguir las clases de plantas, o visitar un museo para diferenciar las etapas de la historia artística de nuestro país”. Así, como conclusión el experto recuerda que “los niños deberían tener todo el tiempo de ocio que necesiten para ser felices. Necesitamos alumnos felices para que estén motivados. Alumnos que disfruten de su vida fuera del aula, para que el tiempo dentro de ella sea de máximo aprovechamiento”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_