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Dermis artificial: ¿estamos cerca de la piel de quita y pon?

No es una utopía: ya existen prototipos de dermis artificial capaces de disimular ojeras y arrugas. Algunos hasta sudan.

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Cordon Press

¿Si las arrugas, manchas y bolsas fueran cosa del pasado? ¿Y si la piel del rostro pudiera regenerarse o, como algunos animales, mudar? El descubrimiento, el pasado mayo, de una película invisible que atenúa durante 24 horas los signos de envejecimiento ha reavivado el sueño de un futuro de caras invulnerables al paso del tiempo.

«Este hallazgo del Instituto Tecnológico de Massachusetts se basa en un polímero (XPL, polisiloxano) resistente al agua. Se aplica en dos fases: primero se extiende una crema y luego otro fluido que convierte a la primera en una fina e invisible capa que funciona como segunda piel», explica José Luis López Estebaranz, dermatólogo de la Asociación Española de Dermatología y Venereología. Todavía no se conoce la fecha, pero este invento se comercializará en otoño. No solo tendrá beneficios antiedad: podría proteger contra los rayos UVA y curar eccemas o dermatitis, si se logra añadir activos que traten estos problemas. Pero las ventajas tardarán en materializarse. «Faltan estudios que prueben estos usos clínicos», dice López Estebaranz.

Paralelamente, los científicos trabajan para imitar en el laboratorio esa compleja parte de la anatomía. El Hospital Universitario de Getafe (Madrid) es el primero en el mundo en desarrollar un modelo de piel artificial vascularizada. «Lo estamos probando en ratones. Tiene capilares y vasos sanguíneos; es un organismo vivo», describe Isabel Sánchez Muñoz, bióloga del Banco de Tejidos del centro. Y añade: «Se toman muestras del paciente y se hace un cultivo. Con sus células madre se crean otras endoteliales, que son las que forman los vasos y capilares. Este proceso evita que haya rechazos». En tres años se probará en humanos. «Está destinado a quemados, pero tendrá aplicaciones estéticas; de hecho, en el Centro Riken, en Japón, ya se trabaja en uno con glándulas sudoríparas y folículos pilosos, capaz de sudar».

También hay avances en traumatología. «Se están regenerando tejidos dañados del cartílago con inyecciones de factores de crecimiento (plasma del paciente)», afirma César Casado, secretario general de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética. «Pero la capa que recubre al cuerpo es un órgano complicado, con más funciones que el corazón o el riñón».

El Complejo Hospitalario de Granada espera que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios apruebe este año su piel artificial. Otro gran progreso en el tratamiento de quemados. «Mediante ingeniería tisular se cultivan las células de la dermis –los fibroblastos– y de la epidermis –los queratinocitos–», explica Salvador Arias, dermatólogo de la Unidad de Producción Celular e Ingeniería Tisular del hospital.
A la espera de una muda para pieles envejecidas, la clave está en regenerar la propia. En Brasil, José Kacowicz, médico anestesiólogo con experiencia en quemados, practica la exoplastia ortodérmica, un peeling agresivo a base de fenol, tras el que se lleva una máscara durante una semana. La promesa: rejuvenece 20 años (entre los 1.800 y 3.000 euros). La cara queda enrojecida durante un mes.

El molding mask ideado por Ramón Roige, médico estético del Hospital Banús (Marbella), es menos agresivo. «A diferencia de otros peelings que levantan entre un 50% y un 80% de la epidermis, este sistema, basado en un 15% de fenol, afecta a una microcapa superficial y retrasa el reloj entre 15 y 20 años [de 10.000 a 15.000 euros]», detalla. «Ojo con el fenol, puede dejar cicatrices, hiperpigmentación y manchas blancas. Es doloroso y se realiza con sedación», advierte López Estebaranz.

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