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Por qué deberías empezar a prestar atención a tu menstruación

Los médicos coinciden en que el flujo menstrual puede ser un buen termómetro para saber si estamos sanas. Éstos son los parámetros para saber si todo va bien.

Poco a poco se van rompiendo los estigmas que han rodeado la menstruación a lo largo de los siglos. Igual que la sociedad entiende que por ejemplo, es positivo prestar atención a nuestras heces para prevenir enfermedades, es igual de importante reconocer las variables de la sangre menstrual a pesar de se trata de un ámbito en el que por motivos culturales no existe gran tradición científica.

Ahora, gracias al uso de las copas menstruales y a la divulgación pedagógica que ha generado esta utilización tenemos la posibilidad de acabar con uno de los tabús de la regla y observar el flujo menstrual desde una óptica de cuidado, prevención, salud y autoconocimiento corporal dado que, “a través de su olor, textura, consistencia, cantidad y color podemos conocer si hay algún desajuste hormonal, alguna infección por hongos o bacterias o alguna posible enfermedad”. Lo explica para S Moda Erika Irusta, pedagoga menstrual, promotora de Soy1Soy4, la primera comunidad educativa online sobre el ciclo menstrual y autora de Diario de un cuerpo el relato que se publica el 9 de noviembre y en el que a través de tres ciclos menstruales el cuerpo de Irusta escribe desde sus cambios físicos, mentales y anímicos.

Irsuta, como otros miembros de la Society of the Menstrual Cicle Reasearch a la que pertenece, consideran que la información que da la regla es un verdadero tesoro en lo que a autocuidado y prevención se refiere. El fluido menstrual es nuestro termómetro pero culturalmente se ha considerado un deshecho que no se debía mirar ni tocar y que se perdía entre los tampones y compresas ultra absorbentes. Ahora la investigación científica y distintos movimientos y colectivos invitan a las mujeres a conocer cómo es su flujo menstrual y su relación con los indicadores de salud que posee: “Muchas investigaciones científicas como las de las doctoras Enriqueta Barranco y Olga Ocón, de la Universidad de Granada, comienzan a estudiar la sangre menstrual como algo que no es deshecho sino expresión de las cosas que pasan en nuestro cuerpo”.

Para empezar, conviene saber que está compuesta “por moco cervical, algo de sangre, secreciones vaginales, y un tercio del tejido endometrial, ya que los otros dos tercios son 2 reabsorbidos por nuestro cuerpo” explica la experta. Tanto el color, la cantidad, textura, consistencia y duración están determinados, especialmente, por la cantidad de estrógenos que circulan por nuestro cuerpo. De manera que el estradiol, uno de los 3 tipos de estrógenos, es el responsable de crear el manto endometrial y cualquier alteración de este, tanto por exceso como por defecto se dejará ver en nuestro flujo menstrual que en condiciones saludables debería cumplir los siguientes parámetros observables:

Color: Rojo claro como «zumo de arándanos», describe.

Cantidad: Aproximadamente unos 50 mililitros o 3 cucharadas grandes por cada periodo de sangrado menstrual. Esto es, en los dos a 7 días que dure el sangrado. “Menos de 25 ml es poco y más de 80 ml es demasiado”, advierte.

Textura: Líquida con pequeños coágulos algodonosos. Estos coágulos, son el manto endometrial y no han de ser muchos ni ser muy grandes. Su apariencia es similar a la de un algodón dentro de un vaso de agua.

Consistencia: Líquida como un zumo, algo viscosa. “No como un mazacote de coágulos ni como agua roja o rosa brillante”, indica Irusta.

Duración del sangrado: Entre 2 y 7 días, incluyendo los pequeños manchados de los últimos días.

La experta advierte que “cada mujer tiene unos patrones propios de sangrado por eso es importante acercarnos a la observación desde la curiosidad no desde la aprensión ni desde la búsqueda de la enfermedad” en la línea de lo que señala el colectivo de Ginecología Autogestiva Vulva Sapiens. Aún así, Irusta concreta a qué aspectos del flujo hay que prestar mayor atención y cómo.

Para practicar el autoconocimiento que proponen, lo ideal sería llevar un registro al menos durante 4 ciclos para que ambos ovarios hayan ovulado 2 veces cada uno y tener en cuenta que “un olor ocre puede estar mostrándonos que hay una infección vaginal o uterina. Además, los coágulos grandes y la sangre menstrual oscura o violeta con descargas dolorosas o por el contrario, flujo similar a la mermelada y rosado son señales de que hay desarreglos en los niveles de estradiol. En el primer caso por exceso, se genera un manto endometrial demasiado grueso y en el segundo por defecto, generando un manto demasiado fino”. Estas observaciones nos darían la pista a partir de la que consultar a los profesionales de la salud pertinentes: ginecólogos, endocrinólogos, etc.

Conviene saber a qué se deben las distintas apariencias del flujo menstrual. Por ejemplo, los sangrados de color marrón se corresponden con sangre menstrual oxidada no expulsada del ciclo anterior. Si se producen en los días previos a la menstruación señalan niveles bajos en la hormona progesterona, responsable de comenzar la menstruación. Y si la progesterona está a bajos niveles se da una “ineficiencia en la expulsión del endometrio, dejando para el siguiente ciclo sangre menstrual pendiente. Esta sangre se oxida, de ahí el color marrón. Los bajos niveles de progesterona señalan altos niveles de estradiol”.

Existen otras evidencias que hablan de la relación entre menstruación y salud femenina que comienzan a divulgarse. Como insiste Irusta, lo importante no es alarmarse sino conocer, no es ignorar sino observar y no es empezar de cero sino entender que el autoconocimiento es un gran aliado para que la salud y el bienestar femenino sean, cada vez más, objeto de estudio.

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